Hoy, 8 de marzo de 2010, en esta celebración del Día Internacional de las Mujeres que cumple 100 años, nos volvemos a encontrar en la calle para seguir nombrando alto y claro nuestros deseos. Para que no sólo nos nombre el mundo sino también, y sobre todo, para NOMBRAR NOSOTRAS EL MUNDO. Para ejercer sin límites nuestra libertad de nombrar y construir nuestros derechos y también de exigirlos.
Porque la construcción del derecho realizada por el patriarcado en la sociedad que nos ha formado, que no conformado, se ha hecho al margen de nosotras y su propia estructura la incapacita para incorporar nuestras necesidades, nuestras demandas, nuestros deseos.
Por eso, es por lo que aún tenemos que seguir haciendo, también el 8 de marzo, esa tan femenina doble jornada que nos caracteriza: una jornada de celebración y fiesta por lo conseguido y en reconocimiento a nuestras precursoras; y otra jornada de lucha y reivindicación que recuerde y exija a toda la sociedad y a los poderes públicos lo que aún nos falta para que nuestra ciudadanía sea plena y nuestra libertad real.
A la alegría de nuestra marcha sumamos los ánimos de lucha y desde el movimiento feminista denunciamos la ingente cantidad de dinero público que se ha destinado a financiar un sistema económico que genera desigualdad, exclusión y destrucción, mientras que, en mayor medida, las mujeres pagamos las consecuencias de una crisis y de un contexto social donde saltan las alarmas de graves retrocesos en las políticas sociales, donde la privatización y el recorte de gasto nos afecta especialmente, sobretodo en ámbitos como el de la educación, la salud, la ley de dependencia y los derechos ciudadanos y laborales con especial atención para las mujeres inmigrantes.
Desde el feminismo queremos alternativas políticas y económicas que incidan en el objetivo de atender a las necesidades de la ciudadanía y del planeta que nos acoge y no a las necesidades de los mercados.
Por ello, seguimos exigiendo:
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Derecho al aborto libre y gratuito, en la red sanitaria pública y acceso a los anticonceptivos para no abortar.
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Derecho a nuestro cuerpo y a nuestra salud, desterrando la colonización medicalizadora y de la industria farmacéutica de nuestras vidas.
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Educación afectivo-sexual obligatoria en el marco de una educación no sexista, más allá de la simple escuela mixta, para incorporar nuevos conceptos, percepciones y orden simbólico relacionados con las mujeres, que abra posibilidades a la libertad sexual y a nuevas pautas relacionales.
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Derecho a la integridad física y moral para ejercer las libertades: frente a la violencia contra las mujeres, tolerancia cero. Detrás de cada mujer víctima de la violencia machista hay un hombre asesino y detrás de una sociedad que lo permite, la cadena de un patriarcado que nosotras rompemos eslabón a eslabón.
Hoy por nosotras y mañana también...
y recordemos que nuestra mejor venganza es ser felices.
Convoca: Plataforma feminista de Asturias